lunes, 18 de febrero de 2013

volvimos

Yo antes podia escribir cosas aca. me era comodo y sencillo. me aleje tanto que ya no conozco quien escribia en estos lugares. pero de eso se trata tambien todo esto, de salir mas alla de las paredes familiares

no escribas cuentos
no escribas formas

nada

no escribas

no dejes una huella
negate a descargarte
olvidate de la paz de la escritura
sufri por dentro que es mas facil

olvidate de todo
y volve a escribir
volve a escribir cuentos y cantar historias

revivi que es facil

los comienzos nuevos traen de atras algo siniestro oculto
ocultalo un poco mas

jueves, 10 de marzo de 2011

Un chico solitario mira al cielo, solo lo contempla. Se pierde en ese océano vasto azul reinado por estrellas, nubes y tormentas, buques de los mares del cielo. El viento lo despeina y acaricia y el chico se siente bien en el mundo. Pasa horas viendo el cielo convertirse en día y en noche.
Unas nubes navegan los cielos. Son arrastradas por la corriente y bailan en las alturas. Una de las nubes, con gran consistencia, tiene la forma de un reloj de pie. Un reloj recostado en el cielo, paseando en su tiempo inmortal. De un momento a otro, la gran nube deja de ser un reloj y el chico ve una nave espacial surcar el aire. El chico observa la nave y se pierde en su magnitud. La siente tan real como había sentido al reloj y antes al hipopótamo y antes al dinosaurio y antes a la espada y antes al rostro de un hombre feliz y luego triste. Pero cuando vio la próxima transformación de la nube dejo de sentirse en paz. No como antes, la nube muto en otra cosa. Su estructura se modificó. Prestándole atención y con buena vista, se podía ver minúsculas transformaciones en toda la nube. Miles de pequeños cubos la modificaban en un proceso que duraba segundos. La nube paso a ser un tigre.
El chico miro al rededor en busca del responsable de la transformación o como se llama: "imanación". Se levanto de su sitio bajo un árbol en los lindes de la playa y la maleza. Caminó hasta la orilla pero no lograba ver a nadie. Escuchaba unos gritos cerca detrás de unas rocas donde el mar cortaba el horizonte de la isla. Del otro lado encontró un grupo de chicos mirando al cielo. Cinco chicos estaban riéndose y gritándole a una chica que estaba con los pies en la orilla del mar. La chica escudriñaba el celo con rostro de concentración. Ella era la que estaba imaginando.
A Gom no le gustaba imaginar. Le gustaba simplemente observar el cielo tal cual era, sus formas maravillosas y hasta siniestras por naturaleza. Aborrecía transformar las nubes con su poder que solo disfrutaban los jóvenes hasta cierta edad, una vez pasada la adolescencia. En la isla, los grandes recordaban con nostalgia poder imaginar. No les gustaba contentarse con el cielo aburrido lleno de nubes informes. A todos les gustaba darles a las nube forma a su antojo.
-Ese tigre es muy aburrido. Parece dormido- escucho decir a uno de los chicos del grupo. Éste se adelanto junto a la muchacha y mirando al cielo, mientras alzaba los brazos, comenzó a imaginar.
El tigre dejo de ser un tigre. Un oso furioso mostraba los dientes a la tierra. Gom, ya aburrido de saber que su tranquilidad estaba interrumpida volvió a casa.
Al día siguiente volvió a su sitio habitual pero el cielo estaba completamente nublado. En días nublados no habían formas en las nubes sino un cielo totalmente gris. Tampoco los jóvenes podían modificar ninguna nube ya que no se podía calcular realmente donde empezaba y terminaba una. Los días nublados eran tranquilos para Gom.
-Ayer te vi cundo te ibas- una voz le interrumpió su soledad.

viernes, 11 de febrero de 2011

El enemigo

El enemigo tiene muchas formas y muchos rostros. A veces es el colectivero que no te abre la puerta a cinco metros de la parada y se hace el pelotudo mirando para otro lado. A veces es un empleado público que te rompe las pelotas para que traigas veinte mil copias de la mierda de tramite que estas haciendo. A veces es un cana botón que simplemente está para molestar y/o cobrar un boletín. Pero a veces, como en este caso, el enemigo toma más protagonismo. Es como si decidiera realmente llevarte la contra y ser un verdadero forro. Asume ser tu nemesis. Aparenta que sólo existe para hacerte la vida imposible y miserable. A veces el enemigo es tu profesora de literatura de la secundaria.
Miss Gaby (si, así se le llamaba) era una vieja conchuda con todas las letras y fue mi profesora de en segundo y tercer año de la secundaria. No era vieja vieja. Le digo vieja porque así es como pase a tratarla aunque de vieja no tenia mucho, calculo que tenia unos cincuentaytantos años. Cuestión, los primeros días de clase con ella pude notar que poseía una tendencia poco disimulada a favorecer en primera instancia a las mujeres del curso. Mas adelante, note que en un segundo eslabón estaban los chicos que (remotamente, creo) le caían simpáticos. En el ultimo escalón estaba yo. No se muy bien como llegue a que me odiase tanto pero si se cómo yo llegue a odiarla a ella. Decenas de buenas ideas ignoradas en clase, análisis que demostraban gusto por la literatura no eran apreciados por esta docente pero sí los comentarios estúpidos y chupamedias de mis compañeros. Cuando ella veía que alguien decía algo interesante le ponía un "+" y a los tres putos "+" tenias un diez. Nunca tuve un más pero creo fervientemente que era porque estaba decidida a no darme un solo gusto. Estaba decidida, por el contrario, a ponerme un "-" por cualquier excusa. Por supuesto, cada tres "-" te daban un uno, así que pueden ver lo que me costo superar esos dos años. No digo que yo sea un santo y que algún que otro "menos" me lo tenia bien puesto pero era realmente una batalla. Una batalla en la que ella tenia la ventaja.

jueves, 3 de febrero de 2011

Idea

La idea es hoy a la noche es volver borracho, subir las escaleras y meterme en el baño. Mirarme en el espejo y concentrarme en que no estoy en pedo aunque sepa que si. Girar mi cuerpo al inhodoro y acercarme. Acercarme y primero observarlo con mis ojos. La cabeza practicamente colgada mirando hacia abajo. Enterarme de la sensacion que estoy teniendo de verlo desde arriba. Ver su agua, ver mi agua caer. Despues verlo con otros ojos. Y despues con otros mas. Luego, desearia olvidarme de todo lo que vi y seguir a mi cuarto pero se que no va a ser posible. Alguna maldicion se me va a pegar.
Esa es la idea. La cronica del suceso sera escrita en su momento.

viernes, 28 de enero de 2011

Hoy te escribo. Hay que darle agilidad.

martes, 25 de enero de 2011

Un pequeño homenaje

Algo hay que decir hoy sobre la muerte de la Antorcha Humana (Johnny Storm). El autor norteamericano Jonathan Hickman es sin duda el mejor escritor de comics de la actualidad. Brian Michael Bendis lo fue una época, ¿Fraction? Supongo que también. Grant Morrison siempre está, por supuesto. Pero en mi opinión Hickman se ha hecho camino poco a poco con comics tanto profundos como sutiles. Las tramas a largo plazo era algo que andaba escaseando en los cómics utlimamente y Hickman logró en diecisiete números de los Cuatro Fantásticos dar una clara demostración de cómo hacerlo. La trama iba en aumento, separando a los personajes, cada uno con un status fuerte en el protagonismo de la serie. Mostrando que separados, la primera familia Marvel es vulnerable. Cada parte de la familia se encontraba en situaciones en las que su vida estaba amenazada. Además los cuatro se encontraban en escenarios en los cuales poseían una gran cantidad de responsabilidad. Susan decidiendo el futuro diplomatico de Namor en las aguas del Golfo de Tailandia (espectacular EL golpe); Reed en Nu-World, tratando de salvar cuantas vidas sean posibles del ataque de Galactus; y por último Ben, en su forma humana, y Johnny protegiendo (o siendo protegidos) a los niños de la Fundación del Futuro de hordas de insectos del Culto de la Zona Negativa. Finalmente, la Antorcha Humana decide sacrificarse por Ben y los niños. Cabe destacar que Ben en su forma rocosa seguramente hubiese sido el "victorioso" en la lucha por quién debía ser el mártir pero las lagrimas terminan cayendo por su rostro de roca. La Antorcha Humana se queda del otro lado del portal activando el cierre de seguridad y Ben Grimm observa , desde el otro lado, cómo su mejor amigo moría siendo atacado por miles de insectos. La antorcha Humana con coraje defiende su última posición.
Claramente se puede concluir luego de la senda que pasaron todos los personajes desde que Hickman tomó la serie, que Johnny Storm indudablemente era el indicado para morir. A Reed todavía le queda pendiente cerrar con el tema del Consejo, Sue tiene un reino que gobernar y hasta La Cosa forma parte de los teasers que fue sacando Marvel sobre el próximo gran crossover Fear Itself. Aún así, la muerte del personaje impactó y sorprendió a todos, ya que nadie estaba seguro de antemano sobre quién era el destinado a morir. Bajo la lupa, las pistas que nos fue dejando el autor a lo largo de los números nos detallan que la idea de matar a la Antorcha no fue nueva. Hickman tomó la serie ya con la historia grabada en la cabeza. Fue abriéndose paso a través de varios arcos y subiendo la tensión poco a poco desde varios puntos de la historia. Todo para culminar en la Casualidad.
No quiero dejar de lado tampoco el arte del número. El cóver de Alan Davis es realmente magnífico. Esta claro que en un número así no hay espacio para los nombres de los artistas que lo realizaron ni del título de la serie. Sólo el retrato de la desesperación de los personajes. Epting hace un trabajo muy bueno en general. Rescato por sobre todas las cosas ésta increíble imagen de él.
Salú.



inspiracion agotada

Me pongo a intentar escribir algo nuevo pero las palabras no salen. Los relatos están muertos. Los cuentos enterrados. Solo hay una hoja blanca. Todos tenemos una. Una hoja vacía e indescifrable. La vida es incomprensible, escrita en una tinta invisible a nuestros ojos, una tinta que se esconde de la razón de cada uno. Nuestras mentes son mundos y universos en colisión y cuál es la forma para contener tanto. Por eso cuando me encuentro, como ahora, falto de inspiración, con terror a esa hoja blanca vacía que me devora poco a poco, no es más que el temor a mi vida, a mi propia vida, la memoria rota de lo que ya no esta más, la ansiedad de lo que va a llegar y lo que nunca llegará, la certidumbre de lo que siempre esperaré pero que en definitiva se que esta en mí. Sólo hay que ponerlo en escrito en una hoja blanca.