lunes, 14 de junio de 2010

El llanto del bebe

Sábado a las tres de la tarde, la luz del sol entraba por la única ventana al fondo del vestíbulo, justo detrás de la escalera. Al pasar por la puerta y sentir el aire húmedo de siempre, fuí acercándome a la escalera para subir a mi departamento. Escuché una puerta abrirse arriba. Se escuchaba un llanto de un bebe. Las pisadas fueron bajando por la escalera y el llanto del bebe se fue haciendo cada vez más fuerte.
Ví a mi vecino del segundo piso destrozado, nunca lo había visto en un estado así tan... deprorable. Sudando, sucio y con cara de exhausto sostenía a un bebe. Un bebe deforme. De piel oscura pero con manchas negras por todos lados, como podridas, y rasgos físicos que nunca había visto en mi vida. Era un pequeño monstruo gritando en los brazos de su padre. El llanto de la abominación era tan fuerte que me dolía el oído de sólo escucharlo a un par de metros.
Mi vecino no estaba en sí. Lo veía furioso, desencajado y hasta me pareció que no podía verme delante de él. Estaba descontrolado. Envuelto por la luz del sol que atravesaba la ventana. Se movía de aquí para allá, sosteniendo al bebe sin saber qué hacer. De vez en cuando gritaba, gritaba tan fuerte como el bebe pero no tenia ese ruido agudo y punzante. Era un grito desesperado y furioso. El rosto iluminado del bebe me ponía inquito y nervioso, era de una fealdad asquerosa y vomitiba; hasta podía llegar a oler un hedor repugnante que emanaba la criatura.
De una patada abrió la puerta de la derecha que daba a la cocina y entró con el bebe. Escuché un par de ruidos, como si estuviera moviendo muebles y cacerolas. Me vino un miedo incontrolable. El llanto era cada vez más fuerte y me dolía en todo el cuerpo, quería que se calle. ¡Por favor que se calle! Con terror, me acerqué para ver qué estaba sucediendo en la cocina.
Mi vecino estaba encendiendo la parrilla eléctrica y esperaba a que se calentase con impaciencia, moviéndose espasmódicamente. Observé cómo levantaba a su hijo y entre lágrimas los dos gritaban. Giró el cuerpo del bebe en el aire para que esté boca abajo, lo descendió tomándolo de la cabeza y las piernas. Contra la parrilla, lo estrujó con fuerza. Un humo se elevó del aparato y el llanto se apagó. Un silencio terrible donde sólo se escuchaban, en un volumen muy bajo, los llantos del padre.
Éste, se dio vuelta y pasó delante de mí sin siquiera verme o decirme algo. Yo estaba echado contra la pared, no podía creer lo que acababa de suceder. No podía creer que no haya hecho nada al respecto. ¿Qué miérda me pasó? Acababa de ver matar a un bebe y hasta fui cómplice. Quise que pasara. Quise que se apagara ese llanto infernal.
El cadáver del bebe seguía chamuscandose en la parrilla y la cocina se contaminó de un olor putrefacto insoportable. Salí y ví cómo el padre se secaba las lágrimas con un pañuelo, sentado en la escalera.
"Que hice?" gritaba. "Que mierda hice? Ese llanto... no pude mas... tenia que..."
Una nube tapó el sol en el cielo y el vestíbulo se llenó de oscuridad. La muerte, silenciosa, reinaba en la pensión.

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